jueves, 21 de marzo de 2013

Los fantasmas del Cine Góngora

Cuando se pasea por la calle Jesús María de Córdoba no es difícil encontrar a algunos viandantes mirando con extrañeza, incluso con perplejidad, la fachada del Cine Góngora, hoy rebautizado como Teatro Góngora, no acertando a comprender si su aspecto de obra a medio terminar es debido al deterioro o a la desidia. No pretendo saber la respuesta, sin embargo sí creo que es bueno llamar la atención sobre estos pequeños detalles de nuestro patrimonio.
 


El Cine Góngora, antes de la restauración (Foto IAPH).
   
El Cine Góngora, es uno de los ejemplos de la arquitectura racionalista más singulares que tenemos en nuestra ciudad, y la única muestra del arquitecto madrileño Luis Gutiérrez Soto (1900-1977), principal introductor de este estilo arquitectónico en su juventud, y quien es conocido en algunas biografías precisamente con el arquitecto de los cines, por los numerosos proyectos de cines que firmó en Madrid y en otras ciudades españolas, a partir de los años veinte.

Gutiérrez Soto, además de aviador y jugador de fútbol (jugó en el Real Madrid y era conocido como Pichichi) fue uno de los arquitectos más prolíficos de nuestra historia, comenzando la misma con un personal estilo art decó, reflejado desde sus comienzos en su obra más temprana, y que perteneció a la Generación del 25, habiendo sido compañero de nombres tan relevantes en la arquitectura española como García Mercadal o Fernández Shaw, además de uno de los referentes del Movimiento Moderno. Arquitecto brillante como demuestra el Famoso Museo de Mayoristas de Málaga (1942) hoy Centro de Arte Contemporáneo, resultado de un concurso convocado por el Ayuntamiento de esta ciudad andaluza, supo hacer carrera en el tiempo en el que vivió y trabajó.


El mítico edificio del Cine Barceló, transformado en 1980 en Discoteca Pachá.

Tras la guerra civil se posicionó del lado de los vencedores, con lo que contribuyó a la reconstrucción de la capital, vinculándose con el poder, construyendo algunas obras significativa del régimen, como el Ministerio del Aire (1957). Además, fue el arquitecto de la alta burguesía, construyendo para Juan March su palacio en Palma de Mallorca (1947), y también de las inmobiliarias construyendo edificios de viviendas como el de la calle José Abascal-plaza de Gregorio Marañón (1944) o el de calle Padilla, 32 (1946), siendo capaz de de adaptarse al gusto del cliente, a la flexibilidad de estilos y a la eficacia de sus proyectos, apartando la idea no obstante de una pretendida arquitectura nacional.


El Mercado de Mayoristas de Málaga, un proyecto de 1929 de Luis Gutierrez Soto en conjunto con el arquitecto malagueño Juan Jáuregui Briales, que se presentó al concurso que había convocado el Ayuntamiento bajo el título de "Aviación" y que se construyó en 1942. Hoy día es la sede del Centro de Arte CAC Málaga de acuerdo con una remodelación de Miguel Ángel Díaz finalizada 2003.

El proyecto del Cine Góngora data de 1929, y es de los primeros cines de su carrera, tras el Cine Callao (1927), el Cine Flor (1928), Cine Europa (1928) o el mítico Cine Barceló (1931), finalizando las obras en 1932, antes del ensanche de la calle Jesús María, realizado por Félix Hernández, y que en esa época apenas contaba con dos metros de anchura. El promotor fue la empresa Sociedad Anónima General de Espectáculos, SAGE, que era, a la sazón, el mayor empresario cinematrográfico de España, y que como se puede ver, apostaba por la inversión, cuando el empresariado Español no lo hacía, disconforme con el sistema político de la época.

El edificio en el que se construye el Cine procede del solar en el que estaba precisamente el convento que da nombre a la calle, y que de convento, había pasado a ser teatro. Consta de tres plantas, proporcionando su fachada compuesta en un cierto estilo regionalista, una clara lectura de su interior, aunque su estilo modernista contraste con aquélla. En planta baja, el acceso hace a través de un pórtico de tres arcos de medio punto sobre columnas y que da paso al foyer y a la sala principal estructurada en dos niveles, el patio de butacas o platea y el anfiteatro y palcos, y a los dos núcleos de escalera y rápidos ascensores, que comunican con el resto de plantas. En segunda planta están los palcos y el anfiteatro así como el ambigú. En la tercera planta se sitúa la cabina de proyección y las dependencias auxiliares, y en la terraza el cine de verano. En ambos lados se pueden ver las ventanas y los torreones que corresponden a las escaleras que comunican las cuatro plantas del cine. La zona que corresponde a la tramoya escenario, sube hasta la terraza y se oculta tras la pantalla del cine de verano.



La sala del Cine Góngora, dividida en la platea y el anfiteatro.


La planta principal, vestítublo y ambigú.


El cine se estrenó con la proyección de la película El Expreso de Shanghai (von Stemberg, 1932) el sábado 24 de septiembre de 1932.


 Anuncio de la inauguración, a tres columnas en el Diario de Córdoba, el 24 de septiembre de 1932.

Podríamos decir que ese momento probablemente era una de las más modernas y lujosas salas de cine de toda España. Un ejemplo podrían ser las reseñas de la prensa de la época: El local que se inauguró anoche es una maravilla sencillamente. Cómodo, elegante, con una sobriedad de decorado, que presta encanto irremediable al salón. Las butacas, tanto de patio como de entresuelo, amplias y mullidas, el salón de te, las galerías para descanso, sala de fumar, todo perfectamente distribuido, fácilmente asequible, procurando siempre la mayor comodidad (La Voz, diario gráfico de información, 25 de septiembre de 1932).


El Cine Góngora, fue llamado durante muchos años Teatro Góngora de forma popular por los cordobeses, siendo en los años 80 la única sala en la que se podían dar funciones de teatro de la ciudad, habida cuenta de que el Gran Teatro estaba cerrado por aquel entonces. Sin embargo, como la mayor parte de salas de cine de la ciudad, y del país, sufrió el declive que supuso por un lado la política de proyectar únicamente estrenos y por otro el surgimiento de las salas multi-cines, lo que la condujo a un estado de abandono tal que en 1997 la GMU ordenó su cierre. 
 


Terraza de cine de verano desde la que se podían ver los luminosos de las plaza de las Tendillas.



En 2004 el Ayuntamiento la adquirió para su remodelación, que llevó a cabo son la aportación económica de unos conocidos grandes almacenes a cambio de la posibilidad de ampliar uno de sus locales, y que finalizó en 2011, cerrando el cine de verano de la terraza para convertirla en una sala para 350 espectadores en la planta alta, manteniendo el aforo de 700 personas en la sala principal, o de representaciones. Otro de los cambios significativos, es que la denominación pasó a ser tras estas obras, y esta vez de forma oficial, la de Teatro Góngora, bendiciendo así el nombre popular, aunque traicionando si se me permite decirlo, la historia.

He encontrado en la ficha del edificio del IAPH un curioso dato, y es que el Cine Góngora se denominó en sus orígenes Cine Pathé, haciendo referencia, sin duda, a la pertenencia a la Compagnie Générale des Établissements Pathé Frères Phonographes & Cinématographes perteneciente a los hemanos franceses Charles, Émilie, Théophile y Jacques Pathé, procedente en origen de la empresa  Société Pathé Frères (Compañía Hermanos Pathé), y que tras adquirir en el año 1902, las patentes de los Hermanos Lumière se convirtió, durante los primeros años del siglo XX, en la productora más grande de cine en el mundo, así como una gran cadena de cines con salas en varios continentes, ya que en 1909 tenía más de 200 entre Francia y Bélgica, habiendo comenzado antes su expansión en el Reino Unido, con la primera sala en Londres en el año 1902, llegando ya en 1910 a tener salas en varias ciudades europeas, entre ellas Madrid, así como en Estados Unidos, Australia y Japón. Sin embargo, no he encontrado ninguna referencia a esta denominación en la prensa, es más, el equipo de proyección, doble por supuesto, era de fabricación alemana, según las únicas referencias que he encontrado en la prensa de la época.



Otra vista de la fachada del Cine Góngora (Foto IAPH).

En arquitectura, y más concretamente en patología, se conoce como espectro de un revoco, la aparición de las juntas de albañilería, del soporte sobre el que está aplicado este revoco, o de algún elemento oculto por éste. Esto sucede normalmente cuando la fachada se moja con la lluvia, y sus causas van desde la diferencia de absorción de agua de los diferentes materiales que la componen, hasta la distinta forma de evaporar esa humedad, pasando por las irregularidades en los distintos espesores de las capas que forman este revoco o el soporte del mismo. De esta manera, al igual que los fantasmas, es decir, al igual que imágenes impresas en la fantasía de quien los ve, los fantasmas o espectros de las fachadas se representan o aparecen de acuerdo con esta patología arquitectónica. Y son esos espectros, esos fantasmas, los que veo cada vez que paso por delante de esta fachada. Como dijo Goethe, la arquitectura es música congelada, y eso hace que haya que cuidarla especialmente, puesto que a veces, se congelan también las notas desafinadas.


Se podría pensar pues que esos fantasmas, acaso sean los de los cientos de personajes que llenaron las sesiones de tarde, vermú y noche de tantos cordobeses, en la expresión narrativa más pura del siglo XX, y que en los años 30 desbancando al teatro y dando la razón a Azorín, y que en este extrañísimo comienzo de siglo XX, haga que veamos convertido un cine en teatro y una fachada recién restaurada, en un estrafalario muestrario de revocos, olvidando el esfuerzo de lo que hoy tanto se alaba: la empresa emprendedora a contracorriente, involución que quizás prediga que el siguiente paso del edificio será volver a ser convento, o que, al hacer referencia a quien sufragó las obras, su fachada sea sencillamente una muestra de sus rebajas de enero. Sí, creo que es así, y, más allá de que pueda molestar esta discreta crítica, he de decir que, más que espectros del revoco, esos son sin duda, los fantasmas del Góngora, que no descansan en paz.


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miércoles, 6 de marzo de 2013

12 cuestiones básicas sobre la Inspección Técnica de Edificios.

La presente entrada pretende ilustrar con una serie de preguntas frecuentes lo que supone la recientemente entrada en vigor normativa de Inspección Técnica de Edificios o ITE. Cuando digo "recientemente" me refiero que en la mayoría de municipios Españoles ha entrado en vigor el presente año, a causa de lo que se especificaba en el Real Decreto Ley 8/2011, en en el que, en su artículo 21 se señala la obligatoriedad de esta medida, y en el que se han basado las comunidades autónomas y los ayuntamientos para publicar sus normativas particulares. En este caso, como escribimos desde A+V cuya sede está en Córdoba, tomamos como referencia legal, tanto el RD citado, como la ordenanza del Ayuntamiento de Córdoba, lo que significa que en el ámbito particular, puede que algunos parámetros sean distintos en otros municipios.



1. ¿Qué es la ITE?
La ITE es una revisión del estado de los edificios atendiendo principalmente a sus condiciones de seguridad constructiva y estructural.


2. ¿ Qué objeto tiene la ITE?
La ITE persigue dos objetivos:
 

- Evaluar el estado de los edificios en sus condiciones legalmente exigibles de seguridad, salubridad, accesibilidad y ornato.

- Determinar las obras y trabajos necesarios para mantener los edificios en las condiciones legalmente exigibles.


3. ¿En qué consiste la ITE?

La ITE consiste en la inspección del edificio por parte de un técnico competente quien redactará informe haciendo constar el resultado de dicha inspección.

4. ¿Es obligatoria la ITE?
Sí, la ITE es obligatoria en todos los municipios de más de 25.000 habitantes, de acuerdo con el  R.D.Ley 8/2011 de 1 de julio (BOE núm. 161 de 7 de julio de 2011).
En Córdoba es obligatoria desde el pasado 1 de enero de 2013 en virtud de la Ordenanza Municipal de Inspección Técnica de Edificios (BOP núm. 248 de 31 de diciembre de 2012).

5. ¿Quién es el responsable de pasar la ITE?
La responsabilidad recae en el titular del edificio o comunidad de propietarios. El titular podrá designar libremente al técnico competente, arquitecto o arquitecto técnico, que  elija para realizar la inspección.


6. ¿Cómo se lleva a cabo la ITE?

El técnico designado redactará informe de acuerdo con los modelos oficiales del Ayuntamiento, y entregará dos copias, en papel y en soporte informático, visadas* por su Colegio Oficial, al titular del edificio.
 

El titular del edificio entregará una copia en el registro de la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento.

(*) La Ordenanza de Córdoba así lo especifica, en algunos otros ayuntamientos este requisito, en virtud del RD 1000/2010 de 5 de agosto sobre Visado Colegial Obligatorio, se ha suprimido.

7. ¿Qué resultados puede tener la ITE?
Favorable, en cuyo caso no se deberá volver a presentar un nuevo informe hasta pasados 10 años.
Desfavorable, en cuyo caso el informe indicará las bras necesarias así como los plazos en los que éstas deberán efectuarse.


8. ¿Qué pasa tras una ITE desfavorable?
El propietario deberá realizar las obras de subsanación que se indiquen en el informe correspondiente.
Una vez ejecutadas el técnico redactará un certificado que tendrá el mismo efecto que
una ITE favorable.



9. ¿Existen sanciones por no pasar la ITE?
La Ordenanza Municipal (Art. 12.2) prevé tres tipos de sanciones según las infracciones sean:

    a) Leves: multa de 600 euros.

    b) Graves: multa de 3.000 euros.

    c) Muy graves: multa de 6.000 euros.



10. ¿Qué ventajas reporta la ITE?
Además de evitar las correspondientes multas y otras responsabilidades, los edificios con la ITE al día:

- Prever actuaciones de mantenimiento

- Ayudas previstas para Rehabilitación de viviendas

- Otención de licencias de obras rehabilitación, además con tasas reducidas.



11. ¿Cuándo hay que pasar la ITE por primera vez?
 Es obligatoria para todos los edificios en el año siguiente de cumplir los 50 años. No obstante de forma transitoria se establece que:

-Edificios de más de 50 años: 2015.

-Edificios de más de 75 años: 2014.

-Edificios de más de 100 años: 2013.




12. ¿Cuándo hay que renovar la ITE?

Como norma general, es obligatorio renovar la ITE pasados 10 años. Pero si se efectúan obras en el edificio que requieran licencia de ocupación, el plazo será de 25 años tras la ejecución de dichas obras.










martes, 5 de marzo de 2013

Los 7 pecados capitales del consumo excesivo de energía.


La energía más barata es la que no se consume. Recordar esta máxima nos puede servir para tener presentes y aplicar estos sencillos consejos en cuanto al comportamiento cotidiano con relación al ahorro energético. Más allá podremos optar por renovar nuestras instalaciones, sustituyéndolas por energías más eficientes y baratas, y por supuesto renovables, pero mientras tanto, o además de esto, podemos tener presentes y aplicar, las pautas que a continuación se exponen y que contrarrestan los siete pecados capitales que solemos cometer diariamente.

  1. No aprovechar la luz solar

Las ventanas, persianas, contraventanas, postigos y cortinas existen para ser utilizados correctamente, debemos ser conscientes de cuándo deben estar abiertas y cuando cerradas. La luz natural aporta luminosidad a nuestra casa, pero también aporta el calor que proporcina el sol. Así pues, durante las horas de asoleo, si tenemos levandadas las persianas y abiertas las cortinas, el sol, por sí mismo elevará la temperatura de la casa. Sin embargo, cerrar las cortinas y las persianas, proporcionan un aislamiento extra en los huecos de la casa, ayudando a mantener la temperatura correcta.
Al tiempo debemos pensar en usar la iluminación artificial correctamente, siguiendo esta norma, utilizaremos la luz eléctrica en su justa medida, proporcionando esta norma ahorro tanto en calefacción como en iluminación. En este sentido, es bueno recordar, que la luz indirecta aplicada a la zona en la que se necesita, es mejor que la luz directa. Debemos apagar las luces de techo cuando usemos una lámpara de mesita de noche, de salón o de despacho.


  1. No usar la adecuada temperatura


Los termostatos de los aparatos de climatización tienen un rango muy elevado, pero así como 120 km/h es una velocidad suficiente para hacer cualquier viaje en nuestro coche, 21ºC es una temperatura suficiente para obtener una sensación de confort, cada vez que accionemos el termostato de nuestra calefacción, hemos de pensar que cada grado que aumentamos aumenta el consumo en un 7% aproximadamente. En invierno por la noche 15ºC son suficientes para dormir, usando mantas o un edredón. También cuando hay muchas personas en la casa, por ejemplo en una reunión, no es necesario que sea tan alta. En verano, no hay porqué bajar la temperatura de 27ºC, siendo extrapolable todo lo expresado para el invierno.

Al igual que usamos mantas y edredones para dormir, también es conveniente usar la ropa adecuada. A veces en invierno, basta con usar una sudadera o un gorro para evitar mantener una temperatura sin necesidad de utilizar la calefacción.

Cuando tengamos que usar la calefacción, debemos recordar que es mejor dejarla encendida a una temperatura baja, ya que es mejor elevar la temperatura unos cuantos grados que arrancar el equipo de climatización, caldera, bomba de calor, condensadora, etc., cada vez, en cuanto al consumo excesivo que esto supone.

Por otro lado, es conveniente apagar los equipos de climatización en las habitaciones que no se usen, manteniento éstas cerradas.



  1. No mantener las instalaciones



Es importante, tanto saber usar las instalaciones de climatización como su mantenimiento. En el caso de radiadores, el hecho de que haya aire en el circuito de la calefacción hace que los éstos no calienten como es debido. Es por tanto muy conveniente efectuar el purgado a principio de cada temporada, y conveniente cada vez que oigamos ruido al encender la calefacción.

Es necesario revisasr los equipos, limpiar los filtros de aire, revisar las calderas, y también saber reemplazar los equipos obsoletos por otros nuevos.

Los radiadores debe estar colocados estratégicamente siendo el mejor lugar bajo las ventanas ya que esta colocación favorece la difusión del aire, no obstruyendo el camino de la difusión del aire con muebles u otros objetos para aprovechar al máximo su efectividad.



  1. Abusar del agua caliente



Debemos desterrar la costumbre del baño y usar siempre la ducha, esta costumbre, además de ser más efectiva desde el punto de vista higiénico, lo es sin duda desde el punto de vista del ahorro energético. Además, debemos acostumbrarnos a estar bajo el agua sólo el tiempo necesario.
Además, debemos pensar cada vez que usamos agua caliente si es realmente necesario hacerlo, como por ejemplo al fregar el suelo, al afeitarnos, al lavarnos los dientes, etc. En los grifos monomandos debemos cerciorarnos de que el mando está en el lado derecho, es decir, el lado del agua fría antes de accionarlo, ya que, aunque nos demos cuenta y lo pasemos a su posición correcta, el tiempo que está hacia el lado del agua caliente también consume energía aunque no caliente el agua.



  1. No aprovechar todo el calor en planchas y fogones


En la cocina cuando cocinamos en el horno o cuando planchamos la ropa, generamos un calor extra que normalmente notamos cuando tenemos que dejar enfriar el aparato de que se trate. Esto lo debemos tener en cuenta para compensar este calor con el uso de los aparatos de calefacción, cuyo termostato podremos bajar algún grado. También es conveniente saber aprovechar el calor residual de los aparatos en lugar de dejar que se disipe sin producir beneficio.

En la cocinas de gas, la llama debe estar bien ajustada a la base de las sartenes y cacerolas, ya que si no ajusta por defecto el gas deberá estar abierto más tiempo del necesario, puesto que se desperdicia calor, y si está demasiado próxima no sólo podemos quemar el recipiente de cocinar, sino que además de derrocha energía, puesto que el exceso de gas no calienta.



  1. No ventilar

Es esta una norma fundamental. Normalmente bastan 5 ó 10 minutos diariamente para ventilar una estancia correctamente, pero esto hemos de hacerlo antes de encender la calefacción. Lo correcto es ventilar y luego encender los aparatos de calefacción. Intentar calentar un aire sin ventilar, es decir, cargado de humedad, es infinitamente más costoso que hacerlo con una aire limpio y seco. Esta constumbre evitará también las humedades de condensación, con todos sus efectos perniciosos


  1. No aislar




Por último, debemos recordar que el uso de la vivienda no puede mejorar el aislamiento que debe estar incorporado en su construcción, pero sí podemos mejorar el ajuste de puertas y ventanas mediante burletes de goma, así como sustituir y reparar los cierres en mal estado. Estos pequeños detalles evitarán que por las rendijas de los huecos se escape la energía, frío o calor, que con tanto cuidado hemos conseguido aquilatar con los consejos anteriores.


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lunes, 4 de marzo de 2013

Propuesta de restauración en edificio con elementos de tapia y madera.

Presentamos aquí una propuesta para un proyecto de restauración ya que ofrece características que lo hacen extrapolable a otros muchos al englobar, en primer lugar, tipologías constructivas muy comunes en nuestra región, así como lesiones que responden a patologías de diferente índole, también propias de esas tipologías constructivas. Además, se incluye la poco frecuente necesidad de la ejecución de un sótano en un edificio histórico en su programa, teniendo por tanto actuaciones de restauración, rehabilitación y ampliación.

Se trata de la intervención en una zona con planta baja y alta de un convento de la provincia de Málaga cuya descripción constructiva y cuadro de lesiones señalamos a continuación. 

Los muros exteriores son de tapia de 70 cms. de espesor medio. En el exterior se pueden apreciar apreciar humedades por salpiqueo y en el interior humedades por capilaridad.


En la cubierta se presentan fenómenos de desplome de la coronación, grietas por empujes horizontales de los pares de las cubiertas y grietas por compresiones localizadas.
El forjado de planta alta está compuesto por viguetas de pino silvestre, tablazón de madera y alcatifa bajo solería. Presenta deformaciones excesivas por efecto de cargas de uso así como fenómenos de pudrición en algunas viguetas de madera, y no tiene ningún valor histórico ni constructivo.
 
La estructura de la cubierta está formada por por una armadura de pares y nudillos, es decir una armadura formada por piezas inclinadas de acuerdo con la pendiente del faldón de la cubierta apoyadas en las cumbrera o vértice superior de la misma, y que entestan con las correspondientes del otro faldón. Estas vigas están colocadas a pequeños intervalos y son las denominadas pares o alfardas, y para evitar su deformación excesiva se disponen a distancia de un tercio de su longitud desde la cumbrera de piezas horizontales de igual escuadría que une los dos pares y se denomina nudillo. En este caso, destacamos como patología general,  las grietas antes citadas en la coronación de los muros que están provocando los pares debido a la desorganización constructiva de las armaduras.
Además de solucionar las patologías señaladas y rehabilitar convenientemente las zonas indicadas, se pretende excavar un sótano sin que éste interfiera en toda la estructura del mismo.
 A continuación describimos nuestra propuesta de actuación para este proyecto, para lo cual comenzaremos por el análisis de las causas de las lesiones.

Los muros de carga están ejecutados de tapia que en apariencia tiene adición de cal. Las humedades de filtración en las fábricas de tierra se producen normalmente en las zonas más expuestas, siendo las causas más comunes la falta de protección superficial o revoco, así como las filtraciones provenientes de la cubierta que a su vez también presenta como hemos visto un particular cuadro de lesiones. En este caso las humedades exteriores aparecen por efecto del agua de lluvia que salpica y se filtra dada la ausencia de canalón en el alero, y las interiores de las zonas altas por causa del deterioro de la cubierta.

Las humedades por capilaridad que se aprecian en las zonas interiores de los muros tienen su causa principal en la absorción del agua que se acumula en el subsuelo. La manifestación de esta humedad denota que las fábricas de tapia adolecen de una adecuada cimentación así como de cualquier sistema de drenaje, y de una inadecuada ventilación en el recinto interior. 

El cuadro patológico que presentan las armaduras de cubiertas afecta no sólo a la aparición de humedades por filtración, sino que además está perjudicando al comportamiento mecánico de los muros de carga al trasmitirles empujes horizontales, cuya causa se explica más adelante en el apartado correspondiente. Baste decir que los esfuerzos que recibe de los elementos de la cubierta no pueden ser absorbidos por la propia masa del muro, que, cómo elemento hiperestático está concebido para recibir empujes verticales, y en pequeña medida algunas cargas horizontales. Las deformaciones en algunas partes producen fisuras horizontales debidas a los esfuerzos citados, produciendo también compresiones localizadas, por el irregular reparto de las cargas de la cubierta.

Algunas de las viguetas del forjado presentan deformaciones excesivas, por efecto de las cargas de uso. En este caso las causas son, o pueden ser, fundamentalmente dos: en primer lugar una sobrecarga excesiva (utilización del local como archivo o biblioteca por ejemplo), y en segundo lugar por las lesiones que se comentan en el apartado siguiente. La madera no produce un colapso repentino, ya que sus fibras se rompen de forma paulatina, sin embargo, se aprecia que algunas de las viguetas tienen una flecha excesiva, agravado además por fenómenos de pudrición. Es habitual en estos tipos de forjado encontrar que algunas vigas del conjunto rebasan ampliamente en flecha otras cercanas, siendo aquellas las que tendrán los mayores problemas.

La pudrición de la madera está producida el ataque de hongos, unido siempre a zonas de humedad, la cual afecta, en distinta medida, a diversos elementos del edificio objeto del presente trabajo. Asimismo, las diferentes clases de hongos que pueden atacar la madera, como hemos dicho, húmeda, producen en ésta diferentes tipos de pudrición. En apariencia se trata de una pudrición parda, pero en cualquier caso aceptaremos que es un tipo de pudrición destructiva.

Las armaduras de cubierta han sufrido, una “desorganización constructiva del entramado”. Esto consiste en un conjunto de deformaciones, no de las piezas que componen la estructura, pero si de ésta en su conformación. Esto se produce por: una inadecuada o mala ejecución de los ensambles así como una insuficiencia de elementos metálicos de cosido además de un defecto o ausencia de apoyo de la armadura, mediante la correspondiente solera o durmiente. La armadura, además de los nudillos, dispone de tirantes, cuyas uniones con los pares en su apoyo, puede que también sea defectuosa. Esto, que en si mismo es un defecto o daño a reparar, es causa asimismo de algunas de las lesiones descritas en los otros elementos. Es significativo que se trasmitan esfuerzos horizontales, ya que, al existir tirantes, estos deben absorber los esfuerzos en su totalidad, de lo que se deduce que estas uniones no están ejecutadas correctamente o se han desplazado. Siendo la capacidad de absorber estos esfuerzos de los muros de tapia insuficiente, sufren un desplazamiento de la coronación de dentro hacia fuera, causa de las grietas mencionadas. Asimismo, estos movimientos de la cubierta, posibilitan las filtraciones de agua, que agravan la situación al tiempo que provocan otros daños ya mencionados, incluyendo pequeñas lesiones apreciables en los propios elementos del maderamen.

Tras este análisis, nuestra propuesta se resume en las siguientes actuaciones, aunque antes de referirnos al epígrafe correspondiente a la propuesta de intervención que supone la ejecución de una planta de sótano, nos referiremos a la necesidad de ejecutar una intervención arqueológica en el edificio, para lo cual esta memoria en cualquier caso, contempla la ejecución deuna excavación manual en distintas partes de la zona de planta baja, dirigida a fundamentar dicha intervención. En este caso, al proyectarse una planta de sótano, la intervención arqueológica se entenderá incluida en la necesaria excavación para la ejecución del sótano, que será manual en todo caso y supervisada por un arqueólogo.

Para la habilitación de un sótano en edificios existentes existen varios métodos, de ellos hemos elegido la solución de micropilotes de apuntalamiento, ya que es la solución que permite trabajar con mayor seguridad y posibilita el mayor aprovechamiento de la superficie del nuevo sótano. Los actuales equipos, permiten la posibilidad de acceder prácticamente a todos los espacios.

La descripción del procedimiento constructivo del método elegido, de acuerdo con las secuencias de ejecución es la siguiente, para los muros perimetrales:


  1. Ejecución de los micropilotes en dos filas, una exterior al edificio y otra interior. El diámetro de los micropilotes, que estará en torno a Ø 160 mm, así como su número de justificará mediante el correspondiente cálculo, y trabajarán en punta. Estos micropilotes atravesarán la cimentación de los muros de carga.
  2. Ejecución de dos vigas de coronación en las cabezas de los pilotes. Estas dos vigas servirán de apoyo provisional a los muros de carga.
  3. Puenteado de los muros, ejecutado mediante perfiles de acero apoyados en las vigas de coronación de los micropilotes.
  4. Excavación manual del sótano, bajo la supervisión de arqueólogo. Excavación de la zona exterior.
  5. Ejecución de cimentación de recalce bajo la cota del nuevo sótano, mediante una zapata de hormigón armado.
  6. Ejecución de muro de hormigón armado1, sobre la zapara de cimentación y hasta la parte inferior de los muros de tapia, con su misma anchura. Este muro tiene la doble función de servir de cerramiento del nuevo sótano, así como de conexión o recalce de la nueva cimentación del edificio. Este muro en su coronación llevará previstas armaduras en espera para la ejecución del forjado de planta baja.
  7. Retirada de los micropilotes y demolición de las vigas de coronación, así como retirada del puenteado de los muros, y enfoscado de los mechinales.
  8. Ejecución de sistema de drenaje exterior del nuevo muro. Ejecución del resto de elementos del sótano: solera sobre encachado de piedra, forjado de planta baja y escalera de comunicación.

Todo el procedimiento, desde el punto 4 al punto 6 se ejecutará por el método de bataches alternativos, cuya dimensión estará de acuerdo con las dimensiones de los distintas partes de edificio, pero que nunca superará los 2,5 m. de longitud. En los muros centrales, la ejecución del muro de hormigón se sustituirá por pórticos de hormigón armado, constituidos por pilares y jácenas, con la previsión en éstas de las armaduras para la conexión ulterior con el forjado de planta baja.

Se ejecutarán dos patios ingleses, que posibiliten una ventilación cruzada de este sótano de forma natural, cuya situación se refleja en la documentación gráfica adjunta.
 
  
Las lesiones de los muros, como ya se ha explicado, son fundamentalmente dos. Ambas responden a un cuadro patológico cuyo tratamiento correcto se centra en elimnar las causas que lo provocan. En cuanto a las humedades existían de dos tipos, las de capilaridad y las de filtración, con el recalce de la cimentación y habilitación de un nuevo sótano, quedan erradicadas la humedades de capilaridad, y por tanto no insistiremos más en ellas. Las humedades de filtración de procedencia de la cubierta, quedarán eliminadas mediante la restauración de la misma que se trata más adelante, las que pueda proceder directamente de filtraciones exteriores se eliminarán mediante la correcta ejecución de un revoco exterior, con mortero de cal. Es importante reseñar que en las construcciones de tierra, como es la tapia, tanto por su capacidad de absorción como por su tendencia al reblandecimiento, una de las tareas más importantes para garantizar su integridad, tanto en la construcción, como en la conservación o reparación, ejecutar los correspondientes revestimientos que impidan las filtraciones de agua. El revestimiento puede ir desde un simple enjalbegado hasta un revoco con varias capas, según el deterioro de la zona a reparar.


Así pues, y como única referencia a elementos de acabado que haremos en el presente documento, se ejecutará e revoco de las fachadas de los muros siguiendo este  proceso:

  1. Se retirarán los restos de revocos en mal estado, y los efectuados con mortero de cemento que se observan en algunas zonas, en cualquier caso
  2. Rejuntado de las grietas con un mortero de cal, en una dosificación con poca proporción de cal. Si fuera posible se sustituiría esta por un barro similar a las características de la fábrica, incluso con su correspondiente contenido arcilloso, no recomendable para el resto de morteros.
  3. Enfoscado grueso que regularice los posibles defectos. Se empleará arena de río preferentemente, y en su defecto arena de miga limpia y sin contenido de arcilla. La proporción del mortero será la de 1 parte de cal por cada 3 ó 3 y ½ partes de arena.
  4. Capa de revoco. Se recomienda el empleo de arena de mármol, siendo la proporción o dosificación la siguiente: 1 parte de cal por cada 3 partes de arena.
  5. Enjalbegado de cal.

Dependiendo del estado de estos revocos, se ejecutará en todos los paramentos exteriores o sólo en las zonas en que sea necesario. El material a utilizar en los revestimientos indicados serán en todo caso morteros de cal, utilizando áridos seleccionados, con la granulometría adecuada a cada tipo de revestimiento y con cal grasa apagada que al menos haya permanecido treinta días en fosas de reposo, esto se cuidará con mayor rigor para las capas de terminación. Se preparará la mezcla en una pastera mecánica, cuidando especialmente formar una masa uniforme y sin grumos, dejándolo reposar al menos cuatro horas

La decisión acerca de la solución de la intervención en el forjado de madera es quizás la más difícil, ya que por los datos aportados, parece obvio sustituir el forjado de madera por otro sistema. Sin embargo, la solución adoptada es la de restaurarlo, ya que aun teniendo en cuenta que no tiene valor histórico, el edificio sí lo tiene, la pudrición sólo afecta a algunas viguetas, cuya sustitución no constituye un grave problema de acuerdo con la envergadura de la obra y la deformación o flecha es muy fácil de calcular en este tipo de estructuras, de acuerdo con las cargas que se prevén. Por otro lado la sustitución, que podría ser otra solución, la descartamos puesto que las opciones son: hormigón que plantea problemas de reparto de cargas en los muros y acero, que plantea problemas a medio plazo de durabilidad. Además de todo esto, la solución adoptada es claramente la más económica.

La solución adoptada para reparar el forjado consta de las siguientes actuaciones:


  1. Pudrición: se analizará el forjado al 100% y se sustituirán, ya que su número no es muy grande y no tienen entidad como para aconsejar la reparación mediante prótesis.
  1. Deformaciones: se mantendrán las viguetas que presenten buenas condiciones, y se reemplazará el resto. Se reordenará el forjado acortando la separación entre viguetas, de acuerdo con la memoria de cálculo correspondiente, y se mantendrá el mismo sistema de entrevigado mediante a base de alfarjías y ladrillo fino.
  1. Apoyos: el comportamiento esctructural del apoyo actual de las viguetas no ofrece problemas, ni se presenta aquí ningún cuadro patológico, por tanto se mantendrá el mismo, aunque trataremos las entregas de las viguetas mediante una protección hidrófuga, ademaś de dejar su testa ventilada, tapando el mechinal pasante con un ladrillo.


Por el contrario que con el forjado de la planta alta, la cubierta de madera no ofrece lugar a dudas, al no existir lesiones en las piezas que componen, salvo en puntos muy concretos y de escasa importancia, se restaurará la armadura, llevándola a su configuración original. Por otro lado, la restauración comporta la necesaria limpieza de la colonización biológica, así como la correcta disposición ulterior de las tejas. Además de esto y con carácter independiente a la reparación de la armadura de la cubierta, se propone la colocación de un canalón en los aleros de la cubierta. El proceso responderá a los siguientes puntos:




  1. Las uniones entre los nudillos o entrecintas y pares se reforzarán con pletinas de acero.
  2. En el apoyo de los pares sobre los tirantes, ahora oculto, también se comprobará, y reforzará con pletinas o palastros.
  3. Se revisarán las uniones o ensambles de las piezas de madera, aunque aparentemente no existen muchas, repasándolas, cepillándolas y reencolándolas se hace falta.
  4. Reposición de las capas siguientes de soporte de la cobertura y cobertura, que no se mencionan en el informe. Se recomienda en cualquier caso  cumplir el CTE en cuanto al aislamiento térmico del edificio, ya que el mismo indica la necesidad de aplicarlo a las "obras de ampliación, modificación, reforma o rehabilitación que se realicen en edificios existentes, siempre y cuando dichas obras sean compatibles con la naturaleza de la intervención y, en su caso, con el grado de protección que puedan tener los edificios afectados", y en este caso este requisito es aplicable, incorporando una capa de poliestireno extrusionado bajo la capa de corbertura, lo que mejorará el comportamiento higrotérmico y redundando en una mayor durabilidad del mismo. 



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domingo, 3 de marzo de 2013

Ildenfons Cerdà y "L'Eixample" de Barcelona.


Ildefonso Antonio Salvador Cerdà i Sunyer (Santa Coloma de Centelles, 1815-Caldas de Besaya, 1876), fue un ingeniero, urbanista y político catalán. Fue ingeniero del estado, diputado en cortes y tratadista, pero su obra fundamental, por la que realmente se le conoce se llama Barcelona. 
Ildefons Cerdà i Sunyer

La ciudad que hoy conocemos, moderna, europea, luminosa y racional, debe su imagen en gran parte al proyecto que Cerdà redactó para su ampliación o Ensanche. Nacido en el seno de una familia catalana tradicional, curso estudios en el seminario de Vic, tras los cuales estudio matemáticas y arquitectura en Barcelona, después estudio la carrera de Ingeniero de Caminos en Madrid, ingresando en el cuerpo de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos, cargo del que solicitó excedencia en 1849. De ideología progresista, participó activamente en la vida política, llegando a ser diputado en Cortes por Barcelona en 1850 y presidente de la Diputación de Barcelona. Autor del Plan del Ensanche  de Barcelona que fue presentado a concurso en 1855, aprobado en 1858  y redactado definitivamente en 1859. En 1867 publicó su Teoría general de la Urbanización, obra en la que trabajó durante muchos años de su vida, y cuyas teorías acerca de la solución a los problemas de la concentración demográfica en las ciudades con gran crecimiento industrial ya había reflejado en su Plan del Ensanche, lo que se conoce actualmente como el Plan Cerdà.

Ildefons Cerdà nació en el seno de una de las familias  más conocidas y acomodadas de la Plana de Vic, una familia catalana típica, con arraigo y presencia en una gran finca, el “Mas Sardà”, propiedad de ciento cincuenta hectáreas que la familia Cerdà tuvo que abandonar en algunas ocasiones debido a sus ideas liberales, durante la primera Guerra Carlista (1832-1840). Anteriormente, Ildefons recibió su enseñanza media en el seminario de Vic.

En 1832, precisamente, Ildefons se trasladó a Barcelona, ciudad en la que estudió matemáticas y arquitectura, siendo su profesor el arquitecto Cellés y Azcona, en la Casa Lonja, cátedra auspiciada por la Junta de Comercio de Barcelona. Barcelona era entonces una ciudad que mostraba los síntomas de una incipiente revolución industrial, constantes huelgas obreras, población inmigrante en condiciones higiénicas deplorables, que se agravan hasta el extremo con la epidemia de cólera que asoló la ciudad en 1834. Ildefons, comienza aquí su interés por la ciudad, y por su estudio y por el urbanismo. Sin embargo, Cerdà no llega terminar estos estudios, al contrario, los abandona para trasladarse a Madrid e inscribirse en la Escuela de Ingenieros de Caminos.
  
La Escuela Especial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, había sido Fundada por Agustín de Betancourt en 1802, a semenjanza de la École des Ponts et Chaussées que fundó en Francia  Rodolphe Perronet en 1733, fruto de la ilustración y de la Revolución Francesa. Esta escuela había sido clausurada con la subida al trono de Fernando VII en 1813, pero la entrada de los liberales en el gobierno con Isabel II en 1833, permitió la reapertura de la Escuela, que desde entonces había sido un centro de referencia cultural y científica del movimiento liberal español, a diferencia de otros centros de pensamiento conservador, como eran las Escuelas de Arquitectura o Bellas Artes. Ildefons Cerdà cursa los estudios en la Escuela de Ingenieros, graduándose en 1841, con la tercera promoción de esta etapa de la Escuela, pasando a formar parte del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos del Estado, que había sido refundado a su vez en 1835. Los años de estudio en la escuela marcaron de forma profunda el pensamiento de Cerdà.
  
Durante los ocho años siguientes Cerdà se dedicó plenamente a su trabajo como Ingeniero, dependiendo de la Dirección General de Obras Públicas del Ministerio de Fomento, que estaba involucrado en la tarea de modernizar la red de comunicaciones del Estado, bajo la tutela del aparentemente consolidado régimen liberal, construyendo una nueva red de carreteras y estableciendo una red de telégrafo óptico. En este tiempo, Cerdà adquiere una amplia experiencia como técnico, trabajando el los proyectos del plan de carreteras que hace posible el periodo de tranquilidad política que vive España, en esta década. En noviembre de 1841 Cerdà fue destinado a la carretera de Albacete a Murcia, según el proyecto formado por el ingeniero Julián Rodríguez, y más tarde al trayecto Murcia-Cartagena. En abril de 1842 se trasladó a la provincia de Tarragona para trabajar en el proyecto de carretera entre Tarragona y Mora de Ebro, y el tramo hacia el valle de Arán y Seo de Urgel. Después trabajó en Barcelona en el proyecto de la carretera entre Barcelona y Ripoll, y en marzo de 1843 fue encargado de la 7ª División de la carretera general de Valencia a Barcelona y la raya de Francia, trabajando también en los años siguientes para la  Diputación Provincial de Barcelona. Cerdá trabajo pues en diversos proyectos de carreteras, en el telégrafo óptico, aunque, como ingeniero, estaba convencido de la superioridad del telégrafo eléctrico que aún tardaría en llegar, pero no estaba ajeno a los progresos y avances que se producían. En 1844, viajando por Francia conoció el ferrocarril, que en España llegó como sabemos en 1848, con la línea Barcelona-Mataró. Cerdá sentía que las ciudades y el territorio urbano en general iban a tener que transformarse en función de los transportes y las comunicaciones, como elementos básicos de su desarrollo.

En 1849 Cerdà, tras haber contraído matrimonio con Clotilde Bosch i Carbonell, hija del banquero barcelonés Josep Bosch i Mustich, eleva desde Gerona la instancia mediante la cual solicita el retiro del servicio, aduciendo las razones del fallecimiento de su hermano mayor, su propio casamiento y también el fallecimiento de un cuñado.  El 24 de noviembre de 1849, por real orden, se admite la renuncia del destino y se hace constar que la separación voluntaria del servicio no ha de producir nota desfavorable en la buena opinión de que ha gozado durante su permanencia en el cuerpo. La excedencia de Cerdà en el Cuerpo de Ingenieros, en cuyo escalafón tenía el número 66, es la primera de la corta historia de la institución. Ildefons Cerdà, se refiere en los motivos de su renuncia a la muerte de su hermano mayor José, pero teniendo en cuenta que otro hermano, Ramón, había muerto en 1838 en circunstancias oscuras, Ildefons, tercer hijo varón, se había convertido en hereu, lo que cambia notoriamente su situación, ya que entones, como hacendado contaba con recursos económicos suficientes que le permitían prescindir del estipendio estatal, y entonces pudo dedicarse por entero a la tarea urbanizadora.

Pero la Barcelona que hasta entonces había conocido Cerdà estaba rodeada por un dogal compuesto por la muralla de Mar, las Atarazanas, el limite norte de la Rambla, la Puerta del Ángel y la de San Pedro, núcleo urbano al que se circunscribía la historia de la ciudad hasta mediados del siglo XIX, ya que además existía la prohibición de construir al exterior de la murallas, siendo esta la causa de que tanto las fábricas como los barrios de los trabajadores se construyesen el los pueblos periféricos, como Gràcia, Sants, Sant Martí o Sant Andreu.  fecha en la que tanto los políticos, los industriales y los escritores barceloneses —aun separados por otros intereses o ideologías— estaban de acuerdo en algo: era necesario derribar las murallas. Teniendo en cuenta que Barcelona era una plaza militar, hasta 1858, tuvo que ser la decisión del gobierno la que autorizara el derribo de las murallas, esto fue posible durante el Bienio Progresista (1854-1856), con la desamortización civil llevada a cabo por el primer ministro Pascual Madoz. En el año 1854 se aprobó la demolición de las murallas y ese mismo año, Cerdà fue encargado por el Gobierno Civil para dirigir una comisión que elaborase un Plano Topográfico de los Alrededores de Barcelona y estudiar el ensache de la ciudad. Cerdà presentó entonces un primer Anteproyecto para el Ensanche.

En 1858, según la Real Orden de 9 de diciembre, puso fin a la subordinación absoluta  de los terrenos del Ensanche del Ministerio de la Guerra a favor del Ministerio de Fomento, relegando a un lugar muy secundario la cuestión de las fortificaciones y construcción de nuevos cuarteles. La corporación municipal, pensando que esta Real Orden devolvía al Ayuntamiento las facultades prácticamente totales sobre los nuevos terrenos, puso en marcha la Comisión Consultiva del Ensache. Esta Real Orden concedía a Ildefons Cerdà la autorización para realizar los estudios del ensanche y reforma; el ayuntamiento pareció ignorar este hecho, al igual que, paradójicamente,  los dictámenes de una Comisión Consultiva que el mismo Ayuntamiento había nombrado al efecto; y quizás está en esta actitud de la corporación municipal el origen de la polémica que envolvió la elección del Proyecto de Cerdà para la realización del Ensanche barcelonés, y que la historia, a veces nos presenta como una lucha entre Cerdà y el ayuntamiento. En realidad existía un enfrentamiento entre la Comisión Consultiva y el Ayuntamiento, pero la realidad seguía otro camino, ya que las competencias sobre los terrenos del Ensanche correspondían al Ministerio de Fomento, y este, ya había resuelto aprobar el Poryecto de Ensanche del ingeniero Cerdà.

El Ayuntamiento de Barcelona, no quiso aceptar esta decisión, enfrascado en su polémica localista, y en esta línea optó, por un lado en que se revocara la Real Orden, así como por otro, en un pleno extraordinario celebrado en agosto de 1859, en resumen, por convocar un nuevo concurso, y remitir los mejores proyectos a Madrid, para que se comparasen con el ya aprobado, y resolver en consecuencia. El concurso convocado por el Ayuntamiento lo ganó el proyecto del arquitecto municipal Antonio Rovira y Trías, entre los catorce que se presentaron. El Ayuntamiento, la prensa y en general la sociedad barcelonesa de la época veían en este asunto una lucha entre el poder central y el legítimo del Ayuntamiento. La polémica estaba no en la comparación de dos ideas urbanísticas, sino en una de ellas elegida por la propia ciudad, y otra impuesta por el poder central, sin pensar que el autor del proyecto que propugnaba el Ministerio, no solamente era catalán, sino que fue uno de los creadores del urbanismo moderno. A veces el nacionalismo, el localismo tiene estas cosas, que casi siempre se centran en el mismo error: adorar al santo por la peana. Sin embargo, el ayuntamiento siguió pleiteando en esta cuestión, que en mayo de 1860 se vino a zanjar por un Real Decreto, de una vez por todas; actitud que sembró  para siempre una sombra de legitimidad en el proyecto de Cerdà, y que tanto llegó a calar en la sociedad barcelonesa, que incluso los constructores boicotearon esta decisión considerada como un agravio para la ciudad. Afortunadamente, en este caso, el poder estaba del lado de la razón, y, desde la distancia que nos da siglo y medio, sabemos que detrás de todo esto había además de una visión provinciana del urbanismo, la pugna profesional y política que existía entre entre los arquitectos y los ingenieros de caminos, canales y puertos, así como de los intereses de algunos propietarios directamente afectados por los terrenos del ensanche, y quizás, la propia personalidad del propio Cerdà.

Aprobado el proyecto del Ensanche, entre 1860 y 1866 Cerdà participó en el desarrollo del proyecto, así como en la realización de las obras de urbanización, como técnico facultativo del Gobierno Civil, como concejal del Ayuntamiento y como director de la sociedad inmobiliaria El Fomento del Ensanche de Barcelona. Durante este tiempo centró toda su actividad desde el punto de vista profesional y político para desarrollar sus propuestas urbanísticas del Ensanche. En 1867 publicó su gran obra, La Teoría General de la Urbanización, que pretendía ser un manual para canalizar los ensanches futuros del resto de las ciudades españolas.
El plano de Cerdà

El esquema del Plano de los Alrededores de Barcelona y Proyecto de su Reforma y Ensanche mereció, toda clase de críticas, cuyos ecos parecen no haberse apagado hoy día, y que, cualquier analista ajeno a la polémica de su origen, no podría llegar a entender.  La “cuadrícula Cerdà”, comprendía la interacción de unas calles que constituían la urdimbre y que corrían paralelas al mar, con otras que constituían la trama, normales a las primeras. Predominaban las amplias avenidas diagonales que se cortaban en la actual plaza de las Glorias Catalanas. Calles con anchura mínima de veinte metros  —doce metros en los proyectos del concurso municipal— y en algunos casos anchuras superiores, calles de la trama con treinta metros, y calles (Aragón, las Cors) con cincuenta metros, al igual que las dos diagonales. La fluidez de tráfico urbano da lugar a la idea de los chaflanes, cada uno de veinte metros, que convierten los cruces en pequeñas plazas octogonales. Las manzanas no se construían en su totalidad, sino en dos de sus lados, los otros serían jardines. La disposición de las manzanas permite la preponderancia de las zonas verdes. Estas limitaciones al volumen edificatorio, además de las reservas para equipamientos, son quizás las características más criticadas, por la cicatería municipal, y los intereses económicos de los propietarios, así como las que actualmente no nos han llegado, por estos mismos motivos, y han constituido la base de lo que hoy se conoce como la desvirtuación del Plan Cerdà.
Al error de Barcelona de no querer aceptar el Plan Cerdà se unió otro segundo a la larga: el de no respetarlo: La desvirtuación del Plan Cerdà son las modificaciones que se introdujeron posteriormente y que  lejos de significar mejoras de carácter general, fueron cambios enfocados a satisfacer egoísmos e intereses personales y particulares. En resumen, teniendo en cuenta como sabemos que las manzanas con cuadradas con vértices achaflanados, se preveía la construcción sólo en dos de sus lados, por lo común opuestos, con una profundidad máxima de 24 m., destinando el resto de la manzana a zona verde; es decir, la de la superficie de la manzana, unos 12.500 m², 5.000 m² se destinan a edificio y 7.500 m² a espacio libre, o sea, vez y media de este espacio respecto al edificable; y si la profundidad fuera la de 20 m, tal como debería haber sido según el Plan original, la relación sería de dos a uno, además, la altura máxima era de 16m, lo que permitía una gran iluminación. Sin embargo, los edificios actualmente ocupan los cuatro lados de la manzana, por lo general a 28 m de profundidad; de los 12.500 m², por tanto,  se han edificado 9.200 m² por término medio —casi el doble de lo previsto—, quedando 3.200 m² —mucho menos de la mitad de lo previsto— para zona verde. Ahora bien, el patio que queda ahora, cerrado e inaccesible, realmente no se puede considerar una zona verde. Además, sumamos el incremento de altura permitido: de 24,40 m a 27,45 m, y en algunos casos áticos suplementarios, dependiendo del ancho de la calle —20 m, 30 m ó 50 m, como sabemos—. La desvirtuación, pues, del Plan Cérdá, supone un aumento de la edificabilidad de más del 300 % sobre las previsiones iniciales de Cerdà, sin tener en cuenta las manzanas no edificables en su totalidad. ¿Qué pensaríamos de Barcelona si se hubiese respetado el Plan de Cerdà? ¿Sabíais que Haussmann, enterado del Plan, se trasladó a  Madrid e intentó adquirirlo para París y que Cerdá se negó, pues lo quería para Barcelona?

Fue tal la injusticia que Barcelona cometió con Cerdá —y a la postre consigo misma— que incluso, aunque el concurso del Ayuntamiento para el ensanche, entre las recompensas para el ganador incluía que este tendría una calle con su nombre, en el Ensanche de Barcelons, que tiene, por cierto, un acertadísimo nomenclátor fruto de la iniciativa del político, historiador y literato Víctor Balaguer que aprovechó la oportunidad para bautizar las nuevas calles recuperando la historia gloriosa de Cataluña —Pablo Clarís, Roger de Lauria, Rocafort y Enteza, Requesens, Cortes Catalanas, Diputación y Consejo de Ciento, Ausias March, Feliu de la Peña, Casanova, Villarroel, Cardona, Balmes, Aribau, Campmany, etc.—, no hubiese una para el gran creador de la Barcelona moderna. Tuvieron que pasar cien años, para que Cerdá tuviera una plaza, a la que se le dio su nombre siendo alcalde José María de Porcioles, en 1959.

No me quiero extender más en esto, que, es en si mismo un motivo —no el único, ni mucho menos— para visitar Barcelona, que aun con polémica y desvirtuación incluidas, no escapa a tener su principal imagen como ciudad moderna, unida a la visión del genial ingeniero que si no vio el futuro, al menos, lo intuyó.

Imagen actual del Eixample en los alrededores de la plaza de Tetuán.


En 1871 fue elegido miembro de la Diputación de Barcelona, una vez que se había centrado más en la actividad política. También fue designado como Vicepresidente de la Comisión Provincial y Presidente en Funciones de la Diputación, durante la Primera República (1873-1874). Redactó el Proyecto de Comunicaciones y de División de la Provincia de Barcelona en diez Confederaciones, comenzó a trabajar en el desarrollo de La Teoría General de la Ruralización. El 29 de diciembre de 1874 tiene lugar el pronunciamiento en Sagunto del General Martínez Campos, con el comienza la Restauración, y terminan, tanto la Primera República como, desgraciadamente, la relevancia política y personal de Ildefons Cerdà.

El 21 de agosto de 1876, Ildefons Cerdá se encontraba veraneando en la localidad cántabra de Caldas de Besaya, y mientras tomaba unos baños de vapor, ignorando que padecía una afección cardiaca, murió de un ataque al corazón. Algunos periódicos catalanes publicaron reseñas elogiosas, pero quiero terminar con un fragmento de la necrológica que publicó el diario barcelonés La Imprenta, en su edición de tarde del 23 de agosto: El señor Cerdà era liberal y tenía talento, dos circunstancias que en España suelen crear muchos enemigos. Por esto no prosperó como correspondía a su mérito, pero así como pasados algunos años se ha reconocido la bondad de su plano de ensanche, hoy ya en el sepulcro, se hará justicia a sus eminentes cualidades.

(Este artículo fue  publicado por primera vez en mayo de 2006)